Donald Trump no cambiará su postura frente al uso de armas
Hay 120 armas por cada 100 estadounidenses, lo que convierte a Estados Unidos en el país con más armas por persona en el mundo (Small Arms Survey).
El reciente intento de atentado contra el expresidente Donald Trump, perpetrado por Thomas Matthew Crooks, quien poseía explosivos en su hogar y vehículo, ha reavivado el debate sobre la legislación de armas en Estados Unidos. Crooks disparó el sábado con un arma comprada legalmente por su padre, lo que ha vuelto a poner en la mira la política de venta, tenencia y porte de armas de gran calibre respaldada por la Constitución. A pesar de las más de 40,000 muertes anuales relacionadas con armas, los republicanos, encabezados por Trump, siguen defendiendo esta normativa.
Juan Tovar, profesor de relaciones internacionales de la Universidad de Burgos, señaló en una entrevista que la política de armas en Estados Unidos es altamente cuestionada y que el reciente incidente no cambiará la postura de Trump ni de sus seguidores. Según Tovar, Trump sostiene que una mayor cantidad de armas en manos de los ciudadanos podría prevenir atentados, un argumento que ha utilizado en diversas ocasiones. Este atentado frustrado, en lugar de provocar un cambio en la normativa, probablemente reforzará la defensa de la misma por parte de los republicanos.
El presidente Joe Biden ha anunciado la formación de una comisión independiente para investigar los fallos en la seguridad que permitieron el intento de atentado. Este suceso ha generado críticas sobre la eficacia de los protocolos de seguridad y se espera que sea un tema de intenso debate político en el periodo electoral. Las responsabilidades y consecuencias de estos fallos recaerán en los equipos de seguridad y podrían influir en la percepción pública durante las elecciones.
Cultura de las armas en Estados Unidos
La regulación del porte de armas es un tema divisivo en Estados Unidos, especialmente en el contexto de las elecciones presidenciales. En 2022, se fabricaron 494 millones de armas para uso civil, superando la población de 336 millones de habitantes, según datos del United States Census Bureau. La organización suiza Small Arms Survey indica que hay 120 armas por cada 100 estadounidenses, lo que convierte a Estados Unidos en el país con más armas por persona en el mundo.
Las regulaciones de armas varían significativamente entre estados. En Texas, cualquier persona mayor de 18 años puede portar un arma en lugares públicos, mientras que en Florida se requiere tener 21 años y pasar pruebas de antecedentes penales y psicológicos, una medida implementada tras la masacre en Parkland en 2018. Esta diversidad refleja las profundas divisiones sobre el control de armas a nivel nacional.
Donald Trump, el candidato republicano para las elecciones presidenciales de este año, ha sido un firme defensor del derecho a portar armas. Aunque en 2019 llegó a apoyar algunas medidas para endurecer el control de armas, retrocedió tras una reunión con la Asociación Nacional del Rifle (NRA), reafirmando que el porte de armas es fundamental para la libertad y protección personal. Trump ha argumentado que la solución para prevenir masacres es mejorar la seguridad en las escuelas, no restringir el acceso a armas.
La NRA, fundada en 1871, ha jugado un papel crucial en la defensa del derecho a portar armas, basándose en la Segunda Enmienda de la Constitución de 1791. Con cinco millones de miembros, según datos oficiales, la NRA ha sido acusada de malversar fondos y de influir en campañas políticas, especialmente las de candidatos republicanos como Trump. A pesar de estos desafíos, la NRA sigue siendo una fuerza poderosa en la política estadounidense.
El debate sobre el control de armas en Estados Unidos es complejo y multifacético, involucrando aspectos históricos, culturales y políticos. A medida que se acercan las elecciones, este tema seguirá siendo central, con posiciones fuertemente polarizadas entre quienes buscan medidas más estrictas y quienes defienden la libertad de portar armas. Independientemente de quién gane las elecciones, las armas seguirán siendo una parte integral de la vida estadounidense, reflejando un derecho profundamente arraigado en la cultura y la historia del país.