Muere el líder de Hamás en Teherán

En una impactante revelación, la Guardia Revolucionaria de Irán confirmó que Ismail Haniyeh, líder del grupo militante palestino Hamás, fue asesinado en Teherán junto con uno de sus guardaespaldas. Haniyeh había asistido a la ceremonia de investidura del nuevo presidente iraní, Masoud Pezeshkian, antes del ataque. El grupo describió el hecho como una "redada traicionera sionista".

Las autoridades israelíes no han confirmado su participación en el ataque ni la muerte de Haniyeh. En su declaración, Hamás pidió no considerar muertos a quienes mueren en el camino de Alá, afirmando que están vivos junto a su Señor. Haniyeh, "número uno" del buró político de Hamás, vivía en autoexilio en Catar, desde donde dirigía las operaciones del grupo.

Ismail Haniyeh nació en 1962 en el campo de refugiados de Al Shati, en la Franja de Gaza. Se graduó en literatura árabe en 1987 en la Universidad Islámica de Gaza, donde comenzó su involucramiento con Hamás. Fue designado para dirigir una oficina del grupo en 1997 y ascendió rápidamente en sus filas.

En 2006, encabezó la lista de Hamás que ganó las elecciones legislativas palestinas y se convirtió en el primer ministro palestino en un gobierno de unidad nacional con Fatah. Sin embargo, las tensiones históricas entre las dos facciones llevaron a la expulsión de Fatah de la Franja de Gaza y a la toma de poder de Hamás en 2007. Haniyeh fue el líder de Hamás en Gaza hasta 2017, cuando fue reemplazado por Yahya Sinwar.

La muerte de Haniyeh sigue al asesinato del jefe militar de Hizbulá, Fuad Shukr, por parte de Israel. Shukr era considerado el jefe del Estado Mayor de Hizbulá y un asesor cercano de Hasán Nasrallah. Israel lo responsabilizó de la muerte de miles de civiles israelíes y, específicamente, de los doce niños fallecidos en un ataque con cohete en Majdal Shams.

La muerte de Ismail Haniyeh representa un duro golpe para Hamás y aumenta la tensión en una región ya convulsa. La incertidumbre y la violencia continúan, con ambos lados sufriendo pérdidas significativas. La comunidad internacional observa con preocupación, mientras las posibilidades de una resolución pacífica parecen cada vez más distantes.