Georgia enfrenta fuertes protestas por su rumbo político y electoral

Miles de manifestantes han salido a las calles de Tiflis, la capital de Georgia, para expresar su descontento con las políticas del gobierno de Sueño Georgiano. Los manifestantes denuncian la suspensión de las negociaciones para unirse a la Unión Europea y los resultados electorales del 26 de octubre, calificados como fraudulentos tanto por la oposición como por observadores internacionales. La situación ha desencadenado enfrentamientos violentos con la Policía, quien ha utilizado cañones de agua y gases lacrimógenos para dispersar las multitudes.

El clima político se ha deteriorado en las últimas semanas tras el anuncio del primer ministro, Irakli Kobakhidze, de pausar las conversaciones con la UE hasta 2028. Esto, sumado a acusación de autoritarismo y una supuesta inclinación hacia Rusia, ha generado un rechazo generalizado tanto dentro como fuera del país. Los georgianos proeuropeos exigen elecciones anticipadas, mientras la presidenta Salomé Zourabichvili, que respalda la integración europea, ha criticado al gobierno y lo ha calificado de ilegítimo.

Las protestas se han extendido más allá de Tiflis, alcanzando otras ciudades como Khashuri y Poti, donde los manifestantes han bloqueado carreteras y atacado oficinas del partido gobernante. La represión policial, que ha dejado más de 100 detenidos y decenas de heridos, ha sido condenada por organizaciones internacionales y países aliados como Estados Unidos. Los observadores advierten que el rumbo actual de Georgia podría consolidar un régimen autoritario, alejándola de sus aspiraciones democráticas.

Mientras el gobierno acusa a la UE de chantaje político, la oposición ha rechazado participar en debates televisivos organizados por el oficialismo, alegando represión y falta de voluntad democrática. La decisión de suspender las negociaciones con Europa contradice el deseo de la mayoría de los ciudadanos, quienes, según encuestas, apoyan la integración europea. Este descontento ha alimentado la polarización en una nación que históricamente ha buscado acercarse a Occidente tras su independencia de la Unión Soviética.

Las manifestaciones en Georgia reflejan una lucha más amplia entre la ciudadanía y un gobierno que muchos consideran alejado de los ideales democráticos. La comunidad internacional sigue de cerca el desenlace de esta crisis, mientras los georgianos buscan definir su futuro en un contexto de creciente incertidumbre política.