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Crisis demográfica en China: las secuelas de la política de hijo único

A pesar de los esfuerzos del gobierno chino por aumentar la natalidad, el legado de la política de hijo único sigue afectando la estructura demográfica del país.

Crisis demográfica en China: las secuelas de la política de hijo único
Crisis demográfica en China: las secuelas de la política de hijo único

Actualmente China enfrenta una crisis demográfica alarmante, por lo que el Partido Comunista de China ha lanzado una serie de iniciativas para incentivar el aumento de la natalidad. Sin embargo, estas medidas no han logrado revertir la tendencia a la baja en las tasas de natalidad, una problemática que tiene sus raíces en la política de hijo único.  

 

 

¿Qué fue la política de hijo único?

Entre 1979 y 2015, esta política fue diseñada para controlar el crecimiento de la población y evitar la sobrepoblación, y se implementó mediante incentivos económicos, acceso a anticonceptivos y severas penalizaciones. Aunque inicialmente redujo el índice de fertilidad y alivió algunos problemas relacionados con el crecimiento demográfico, también trajo consigo serias consecuencias sociales.

Durante su vigencia, la política llevó a la eliminación forzada de aproximadamente 20 millones de niñas debido a abortos selectivos por género y prácticas de infanticidio. Además, se llevaron a cabo esterilizaciones masivas y se fomentaron abortos forzados para quienes violaban las estrictas normas de natalidad. Estos mecanismos no solo distorsionaron el equilibrio de género en la población, sino que también han tenido un impacto duradero en la estructura familiar y en la percepción social de la maternidad en la China contemporánea.

Situación actual en China

La situación demográfica de China se ha visto agravada por la persistente disminución en el número de nacimientos. En 2023, nacieron solo 9,02 millones de bebés, una caída respecto a los 9,56 millones del año anterior. Esta disminución es parte de una tendencia que lleva siete años consecutivos. La población total del país se redujo en dos millones, quedando en 1.409 millones. Este descenso, junto con el envejecimiento acelerado de la población, ha puesto en evidencia la vulnerabilidad económica del país y ha exacerbado los problemas en los sistemas de salud y pensiones.

Las autoridades han ofrecido viviendas más asequibles, beneficios fiscales y ayudas económicas para fomentar que las mujeres chinas tengan más hijos. Además, han apelado al sentido patriótico de las mujeres, instándolas a asumir roles tradicionales de esposas y madres. Sin embargo, la política de hijo único dejó una herencia compleja que ha influido en la perspectiva de la nueva generación sobre la maternidad. Muchas mujeres nacidas durante la vigencia de esta política, ahora rechazan la maternidad debido a las secuelas psicológicas y sociales que experimentaron en su infancia.

China se encuentra en una encrucijada demográfica significativa. A pesar de los esfuerzos del gobierno por promover una mayor natalidad mediante incentivos y campañas, las secuelas de la política de hijo único y las persistentes desigualdades de género siguen influyendo en la decisión de las mujeres de tener hijos.