Las mujeres enfrentan más años de vida con mala salud

La brecha de género en salud sigue siendo un desafío persistente a nivel mundial, con diferencias significativas en cómo las enfermedades afectan a mujeres y hombres. Un reciente estudio del World Economic Forum y McKinsey Health Institute resalta que las mujeres pasan un 25% más de tiempo en mala salud en comparación con los hombres, medida en años de vida ajustados por discapacidad (DALYs).

A lo largo de los años, la medicina ha centrado gran parte de su investigación en cuerpos masculinos, lo que ha resultado en una subrepresentación de las mujeres en estudios clínicos y, por ende, en un menor entendimiento de sus necesidades de salud. Esta brecha se manifiesta en enfermedades específicas de las mujeres, como la endometriosis y la menopausia, que siguen siendo poco estudiadas y estigmatizadas.

Un informe de la revista The Lancet señala que el progreso en el desarrollo e investigación de tratamientos específicos para mujeres ha sido alarmantemente lento. En las últimas dos décadas, solo el 4% de los fondos globales de investigación en salud se ha destinado a estudios centrados en enfermedades que afectan predominantemente a las mujeres. Esta falta de inversión ha resultado en una brecha significativa en el conocimiento médico, lo que perpetúa la desigualdad en el acceso a tratamientos efectivos y pone en riesgo la salud de millones de mujeres en todo el mundo.

El impacto económico de esta disparidad es también notable. El estudio proyecta que cerrar la brecha en salud femenina podría añadir hasta 1 billón de dólares anuales a la economía mundial de aquí a 2040. Para lograrlo, es crucial implementar medidas que incluyan la equidad en la participación de mujeres en ensayos clínicos, mejorar el acceso a servicios de salud específicos para ellas, y abordar los estigmas culturales que rodean a la salud femenina.

Abordar las brechas de género en salud no solo es una cuestión de justicia social, sino también una inversión estratégica en el desarrollo económico global. A medida que la sociedad avanza en la comprensión de estas diferencias, es esencial que los gobiernos, la academia y la sociedad civil trabajen juntos para implementar políticas de salud que sean inclusivas y equitativas, asegurando así un futuro más saludable para todas las personas.